Ischia: "Tienen ganas de que Boca salga último"


Declaraciones de Carlos Ischia en el diario deportivo Olé:

Carlos, si bien el objetivo es la Copa, ¿te preocupa ver dónde están en la tabla del torneo?

-Yo decía el otro día... Tienen ganas de que Boca salga último, eh... Si lo están diciendo desde hace tres fechas... Pero no. No me preocupa para nada porque Boca va a terminar tranquilamente arriba de la mitad de la tabla.

La pregunta de Olé, en el vestuario visitante del estadio de Central, le provocó cierto fastidio a Carlos Ischia. Fastidio que intentó disimular con una sonrisa y una afirmación futurista, pura arenga y optimismo. Pero la realidad es que hoy hay varios motivos que no generan esa tranquilidad que dice tener el entrenador: los últimos resultados (hace cinco partidos que no gana en este Clausura), el bajón en el nivel de juego (más que evidente) y la cabeza en la Libertadores (¿hay alguna duda?). Si Argentinos hubiese ganado ayer, Boca habría quedado a sólo dos puntos de la cola. Y el DT no hubiera sido el gran culpable, pero sí uno de los grandes responsables de esta pésima campaña, la peor del club en torneos cortos.

Contra Central, Boca empezó a perder el partido cuando Ischia dio la formación. Poner cinco defensores fue un mensaje claramente especulador. Para adentro y para afuera. El equipo fue a no perder. Y, por lo general, cuando buscás el punto, te quedás con las manos vacías. "Es un sistema que ya utilicé otras veces", se defendió el DT. Sí, es cierto. Pero casi nunca le dio el resultado esperado. Y cuando le funcionó, por ejemplo contra Liga de Quito allá, fue para... aguantar. ¿Algún técnico sale a ganar o a pensar en hacerle daño al rival sin un volante ofensivo y con cinco defensores? O sea, desde el planteo inicial, el encuentro ya lo arrancó en desventaja.

Es cierto que Ischia, sin Vargas y Battaglia, no tiene volantes defensivos confiables. A Benavídez le falta, Pochi es pura voluntad, Battaglia Jr. está verde y Alvaro recién está volviendo en Reserva y pará de contar. Quizá por eso buscó rodearlos con tres centrales y dos laterales. Son decisiones... diría Russo. Decisiones desacertadas. Porque Boca le entregó la pelota a Central. Y cuando el entrenador puso a los que parecía que debían haber estado desde el arranque (Mouche, Gaitán y Gracián), ya era tarde. Con ellos, lógico, Boca mejoró la imagen. Porque el equipo puede perder, pero también importa el cómo. "Me voy preocupado cuando pierdo y también cuando jugamos mal", acertó el DT. Si Boca salía a atacar, quizá la derrota hubiera sido menos dolorosa. La foto de un equipo vencido, sin respuestas futbolísticas y por momentos ampliamente superado por un Central que pelea por no descender es más dura que el 2-0 en sí. Tantas veces criticado por su audacia (a veces suicida, según los resultadistas más fundamentalistas), ayer Ischia pareció cruzar de vereda.

Está claro que si Boca gana la Copa, poco importará la posición en el Clausura. Pero pareciera que el técnico se autoboicoteara. Como si él mismo se quitara el crédito que indiscutiblemente se ganó. Porque a veces da la sensación de que pesan más los nombres que los rendimientos. Por ejemplo: en algún momento, Mouche y Figueroa estuvieron mejor que Palacio y Palermo. No sólo no los aprovechó sino que comentó hace poco, en una declaración poco feliz, que "Pablito está dos escalones abajo de Rodrigo". También influye que, sin Riquelme, no queda claro a qué juega Boca. Y tanto pesa esta versión gasolera de Román, que el equipo no gana cuando él no está (7 jugados, 2 empates y 5 derrotas, nota del editor). Comparaciones al margen, lo mismo le sucedió a Russo en el segundo semestre del 07: sin el 10, Boca era apenas un puñado de buenas intenciones, pero cero fútbol.

Ischia no tiene la culpa de que Battaglia y Vargas no cuenten con recambio aceptable. Tampoco de que no hayan traído a un reemplazante para Dátolo. Ni que consagrados como el Pato o Ibarra estén por debajo de su nivel. Pero de su mano depende que el cartel que cargaba a River y que decía "yo te vi último", no se transforme en un doloroso boomerang.

Fuente: Ole
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